Como locutores comerciales o locutores profesionales o incluso, como locutores aficionados, cuando los demás se enteran que trabajamos en “algo” que tiene que ver con la voz, tarde o temprano nos pedirán que… ¡pronunciemos un discurso!

Puede ser desde algo muy sencillo como un brindis para una quinceañera, unas palabras de despedida para un compañero de trabajo que se muda a otra ciudad o un breve discurso para un grupo de jóvenes que se gradúan de preparatoria.

Créelo, hagas lo que hagas, no hay forma de esconderse. Entonces, lo mejor es estar preparados y saber cómo estructurar un discurso.